Esta misma semana, aprovechando el confinamiento, decidimos trastear un poco entre antiguos papeles y objetos y nos hemos llevado una sorpresa increíble. El Arte Vivo ha vuelto del pasado de una forma sorprendente.
¡Menudo descubrimiento!
Hemos encontrado un papel que data de hace ¡33 años! Que se dice poco. En este, Hugo Caro desarrollaba un bosquejo sobre el Arte Vivo. Según nos cuenta, lo escribió durante su último año en la facultad de Bellas Artes y en el desarrollaba algunas ideas sobre dicho concepto. Así pues, el Arte vivo es un estilo de producción artística con unas características muy peculiares y un tanto disruptivas.
Se nos ha dado permiso explícito para transcribir su contenido y publicarlo. Todo lo que sigue, viene de la mano y pluma del Hugo Caro de hace más de 33 años.
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El Arte Vivo está vivo porque evoluciona. Siempre ha tendido a ser estático e imperecedero. Pero el Arte Vivo puede romper esa limitación. Habría que darle valor a aquellas obras que cambian con el tiempo. Aquellas obras que no se quedan estancas y paralizadas mientras el tiempo sigue su camino de manera imparable. ¿Por qué deberíamos luchar contra el paso del tiempo? ¿Acaso somos los artistas tan soberbios como para querer llevarle la contraria al innegable porvenir de las cosas?
¡No! Creo que hay belleza en el cambio, en el discurrir del tiempo. Dejemos que nuestro trabajo también sufra los efectos del tiempo. Dejemos que el porvenir sea el que decida la forma en que se presenta la creación artística. Hay valor en ello. Hay valor en permitir que la obra que una vez fue, pueda dejar de serlo.
¡Basta ya con la obsesión de perdurabilidad! ¡Basta ya con ese afán de permanencia! Que maravilla lograr que el envejecimiento de uno mismo se vea acompañado por el envejecimiento de una obra. ¡Semejante compañía no se encuentra en cualquier lugar!
El Arte Vivo no es otra cosa que cambio y evolución. Una obra pertenece únicamente al momento e instante en que se ha creado. Todo lo que venga después ya es responsabilidad de otras obras. De otros artistas.
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En la época en que Hugo Caro escribió estas notas sobre el Arte Vivo, acababa de terminar sus estudios y había comenzado a vender parte de su trabajo. Concretamente unas esculturas a la cera perdida con temáticas animales o faciales que mezclaba a su vez con minerales.
Por lo que parece, sus concepciones sobre el Arte Vivo todavía no habían terminado de calar del todo dentro de su propia obra. Quizá fuera lo reciente de la influencia que la academia, de claro carácter ortodoxo, había tenido en el. Pero de lo que no cabe duda, es que, a pesar de haber aprendido en semejante entorno académico, ya al poco tiempo después de pasar por la universidad, empezaban a gestarse en su interior algunas ideas que determinarían en gran medida su futuro trabajo. El resto, ya es bien conocido por todos.
Dentro del amplio abanico de la producción artística de Hugo Caro, hay un material que se lleva la palma: el hierro. Aquí dejamos un par de ejemplos de porque este material se ha hecho un hueco privilegiado dentro de su obra; especialmente en la que al Arte Vivo se refiere.